De comer a comer empezó hace tres años, cuando mi vida dio un giro que no esperaba. Antes de todo eso, en mis tiempos libres… y los no tan libres en los que debía estar siendo productiva me imaginaba como sería mi vida en un futuro. El futuro lo sentía tan lejano, algo imposible que no pasaría hasta como dentro de 15 años. Y después de esos 10 o 15 años yo me imaginaba estando detrás de una barra. Atrás de esa barra había una ventanita pequeña con una cortinita que daba a la cocina. Del otro lado de la barra había libros y pan y café y sobre todo, había gente. Y un día, cuando menos lo esperaba, aunque sí que lo deseaba, mientras iba andando por ese camino que aunque sabía que no era el correcto, no podía salir de el… y de pronto, tal como en Mario Kart, una nubecita se acercó, me señaló que iba por la dirección equivocada, me levantó y me puso en el camino correcto. Un día amanecí atrás de esa barra. Sin tener idea y sin saber que pasaría, pero ahí estaba.
Después de unos meses en el camino correcto conocí que más allá de la comida y el pan, la gente tenía mucho que dar. La gente me dio todo. Me llenó de alegría y de un sentimiento de que estaba haciendo algo bien, de satisfacción. Después de meses pasaron años y entre los años me encontré estando del otro lado de la barra. Con gente nueva detrás de ella. Y yo, tratando de seguir por el camino correcto y entendiendo que eso implicaba mucho más que simplemente estar detrás de una barra. Había tanto que hacer afuera de ella, y dejé que me consumiera. Entendí que incluso dentro del camino correcto es muy fácil perderse. Es tan fácil perderse en la idea de que todo va bien, de que todo va creciendo y todo está estable. Y después entró la ambición. Y tomé responsabilidades fuera de la barra y de la Farmacia. Entonces el tiempo empezó a ir más y más rápido. Y el tiempo libre era muy poco. Tan poco que la familia, la pareja, los amigos, se volvieron más distantes. Yo sabía que seguía en el camino correcto, pero no entendía por qué me sentía tan perdida. Caminando en círculos.
Entonces empezamos a tratarlo todo (y aquí es dónde creo que tal vez debí de haber consultado con mi amiga y socia antes de escribir esto, pero creo que estamos en el mismo canal*) (casi en todo, no logramos organizarnos en qué tipografía usar en instagram) Empezamos a tratar de ser algo que nunca fuimos. A veces era muy difícil entender por que en nuestro sueño no entraba la gente que entraba en tantos otros lugares. Sentimos que teníamos que dar todo eso que ofrecían todos esos lugares de moda, súper concurridos, tan “cool”. Y entonces el ego fue más grande, nos ganó. Nos ganó mientras abríamos ostiones durante horas y al final no llegaba nadie a comerlas. Nos ganó esas noches que tratamos de vender alcohol como locas para que entrara mucho dinero. Y el resultado negativo acababa en frustración y enojo. Y en perderme más dentro de mi camino que parecía ser tan correcto.
Me costó mucho entender por qué dentro de ese sueño tan deseado no todo operaba perfectamente. Se me olvidó que los sueños son humanos. Que los sueños incluyen ego y errores. Y sobre todo, me olvidé que dentro de ese sueño encontré en lo feliz que me hace la gente, mi gente y me cerré. Me cerré a todo.
El año nuevo me sirvió para entender y estar tranquila con la idea de qué Farmacia es, de que yo soy. De que por más que me cueste no puedo intentar ser algo que no soy. Y recordé que Farmacia siempre fue concebido como un lugar cálido, para la comunidad, los vecinos, los amigos, la familia, el barrio. Todos ellos que se quieran refugiar en un lugar honesto, sencillo, cálido, sin pretensiones. Y en unas pocas semanas de estar más presente, de regresar a estar detrás de la barra para experimentar, jugar, hacer cambios, enamorarme de la comida otra vez, ahora con el apoyo de un equipo completo y una socia alegre y entusiasta. Y afuera de la barra, he entendido como puedo comunicar todo eso hacia afuera. Como organizar al equipo y verle el placer a todo lo que hay afuera de ella también.
Tres años en Farmacia y feliz de imaginarme los muchos que vienen. Feliz de pensar en la evolución, los cambios. Los lugares que siguen. Segura de no perder la cabeza, ni perderme dentro del camino. En Farmacia con mucho cariño, motivación y amor estamos cocinando cambios, estamos experimentando con todas las cosas que durante estos años los clientes nos han pedido. Y pronto vendrán. Ya les avisaré. Pero antes que eso era importante para mi agradecer a los que se han quedado, a los que se han ido y han vuelto. A mi familia, pareja, amigos, que aunque yo me he distanciado siguen escribiendo y visitando y apoyando mi sueño.
Después de tres años logré volver a escribir. Muchas veces me senté, traté y traté y las palabras que antes fluían con tanta facilidad no lograban salir. ¿Será que encontré el camino dentro del camino?